Los Sones de Costumbre, en la actualidad, integran un conjunto de variantes genéricas e instrumentales que tienen como elemento común un contexto de ejecución: los rituales y ceremonias denominados Costumbre.
"El costumbre" es una ceremonia sagrada, en donde la comida y la música ritual siempre están presentes, entrelazadas, constituyendo ejes de acción que se refuerzan mutuamente: dar de comer a los númenes y ofrendarlos con piezas musicales denominadas genéricamente como sones de costumbre o simplemente sones.
Varios músicos de las comunidades nahuas de la Huasteca señalan que la música que se toca en un Costumbre no puede interpretarse sin que se ofrezca comida y bebida a los santos señores a los que se les dedica o invoca en la ceremonia. Felipe Hernández, curandero de la comunidad nahua de Chilocuil refiere: “La música llama a los señores y si vienen les tengo que ofrecer algo: aunque sea una tortillita, una cerita, un traguito. No se les llama nomás por que sí”.
La música tiene una razón de ser dentro de los rituales y gracias a su cualidad estética se convoca a los dueños para interactuar con ellos, y la propia interacción implica un intercambio de dones. Por Gonzalo Camacho Díaz
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